miércoles, 30 de abril de 2014

Año 14, Argentina de copas. Es lo que hay

Ayer fui a un bar, y hoy me pregunto; ¿Es una misión imposible tomar algo noble, bueno en los bares de la Argentina actual?

Ayer fue el turno de este bar, pero desde hace años no logro tomar algo noble como lo hacía hasta el año 2002 en BA, salvo cada vez que voy a Gibraltar, un bar de cervezas que demostró que se puede mantener un alto estándar de calidad más allá de toda crisis.

Los que me conocen saben que vivo en el barrio de Monserrat, y curiosamente hay un bar en la esquina de casa, Piedras casi esquina Alsina, que abrió hace poco más de 10 años pero yo jamás había entrado a tomar algo, de tanto mirar la pizarra ofreciendo supuestamente buena cerveza ayer finalmente entre.

La cerveza ofrecida era Zeppelin, recorde que uno de los creadores de esta marca fue un gran docente mio en esta materia y por eso mi espectativa hacia la marca era alta. Intentamos probar todas las variedades, tenían 6 o 7, pero en los dos primeros intentos, de cada dos pintas diferentes, teníamos que devolver una por estar contaminada, en el tercer pedido directamente las dos variedades estaban intomables, así que nos miramos con mi compañero de copas y decidimos retirarnos para no volver a entrar más a este bar y menos probar una vez más una Zeppelin.

Lo lamentable de esta experiencia es que se repite permanentemente en todo el país, está repleto de productos industria nacional que están o mal elaborados o mal servidos, ni hablar de mal comunicados, etc., etc., pero el consumidor final piensa que eso es normal y además es de persona noble, patriota poner el paladar, tomar lo intomable y de esta manera defender la industria nacional.

Lo vemos con la cerveza artesanal de industria local, de la mayoría, no toda, productores como Gambrinus y uno o dos más entre mil demuestran que se puede hacer las cosas bien.

Pero también lo vemos con otros productos, muchas veces vemos como grandes marcas de vodkas importados no les queda otra que ser mezclados con el espantoso vermut local que sabe a terma en el mejor de los casos. 
O vemos como el evento más importante de Cocteles del mundo es esponsoreado en BA por ginebra llave verde, o vamos a los supuestos mejores bares de la ciudad y todos los tragos son pálidos, opacos, tristes, rodeados de glamur por fuera pero vacíos de el por dentro, sin brillo propio. O de si de tomar whiskies se trata poder elegir solo entre dos marcas, con suerte si hablamos de Escocia y una sola americana tratada como el mejor destilado del mundo y todo hace alejarnos cada vez más de la realidad en materia de destilados del mundo.

Una verdadera pena este presente, se, estoy completamente seguro que el futuro será mejor.

Año 14, Argentina

Consumidor argentino de bebidas. ¿Esnob y conformista? O ¿inteligente y exigente?

Hace poco estaba hablando con un amigo argentino que vive en el exterior, del otro lado del río, y vino de visita con su familia recorriendo en su paseo, unos 4.000 kilómetros uniendo varias provincias, cuando le pregunté, como ves nuestra Argentina, el respondió, muy bien, a lo que yo le respondí, típico comentario de turista, esos que piensan que todo es una risa.

Terminamos hablando de política, por más que uno se haga el tonto o sea simplemente reacio a tocar estos temas, la política siempre está en nuestras vidas. 

Si uno pregunta que compraste, cuanto gastaste, que comiste y que bebiste, todo eso será un reflejo de las políticas aplicadas en los últimos tiempos.

Este turista argentino, aclaremos, viene a comer y a beber una vez por año, ya ni viene a votar. Así, disfrutó del combo único e ideal por falta de comparación que es el de disfrutar un trago típico, un vermut, el país viene produciendo este tipo de bebidas desde hace décadas, siempre con la misma calidad, una calidad mediocre si la comparamos con el estándar europeo. 

Habrá continuado su disfrute descorchando vinos, los mismo de siempre desde las últimas dos décadas, Argentina patento un estilo de vinos en los 90 y no desarrollo nada nuevo desde entonces, hoy somos el país del malbec, cuya única diferencia es el precio, hay malbecs de 50 pesos, de 100, de 150 y de más de 200, hasta llegar a vinos de 1000 o de 1500 pesos la botella. Uva de sabores más concentrados, madera más exclusivas, todo esto puede fascinar a un extranjero o algún esnob argentino, pero los curiosos, los consumidores del mundo nos vemos muy limitados con esta oferta.

La diferencia de pensamiento, además del político, era que el, mi amigo, apostaba a que este límite en la oferta internacional sobre el mercado local, que por cierto es nula, iba a mejorar la industria nacional, pero yo estoy seguro porque ya lo viví, y porque además es lógico, que al no existir una competencia fuerte, amenazante desde lo competitivo es decir desde lo sano, la industria local jamás iba a crecer en calidad, solo puede crecer en volumen, pero a la larga esto no es sostenible.

En la industria nacional de bebidas destiladas esto se repite desde la década del 70. (Ver informe especial elaborado por mi autoría en 2013, con motivo del 150 aniversario de esta industria)

Mi conclusión sobre los consumidores locales, es que somos esnob porque somos víctimas atadas a la oferta de los empresarios locales, una industria nacional que si no se anima un día a competir frente a frente a la industria del mundo jamás podrá sacarse las rueditas y poder crecer desde la cualitativo. 

Si esto no pasa, permaneceremos por varias décadas del mismo vino argentino, el mismo vermut, la misma cerveza súper industria a base de jarabes de maíz y otros adjuntos; o cervezas artesanales totalmente inestables por falta de inversión tecnologica, y otras industrias mediocres en calidad como la sidrera, la producción de grapas, vodkas, whiskies, etc.

Basta de las cadenas y mordazas que nos ponen los diferentes medios cómplices de pautas de las empresas que nos prohíben criticar, nos obligan a repetir como loros lo bien que se hacen las cosas en el país, nos amedrentan o directamente nos amenazan con que de nuestra critica depende el empleo de centenares de familias que viven de la industria, por este motivo debemos tratar como un rey a cada bodeguero, el problema que los primeros que se creyeron esta historia fueron los bodegueros.

Creo realmente que el rey debe ser el consumidor, este es el más débil, el que día a día dispone de un capital para invertirlo, con total derecho, en una mejora de su calidad de vida.

Sigo, seguiré soñando porque esto cambie, por una mejor cultura alcohólica nacional, con nivel internacional, porque tenemos derecho a viajar por el mundo con nuestro paladar.

Sebastián Bossi

 Asi entramos!... No por la Was..teiner, sino por la Zeppelin.
 Asi salimos, defraudados con el lindo bar, una pena, la atención fue correcta.


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