jueves, 27 de febrero de 2020

La Cultura alcohólica argentina 2020


Argentina 2020, entre “ginverguenzas” y “pinotchos” como esta nuestra cultura alcohólica actualmente.

La Argentina aprendió a beber en los 90. El primer avance fue de los vinos, gracias a los créditos y la estabilidad de los 90, no todo fue malo en esos años, nuestros vinos llegaron al tope de la calidad mundial, y luego, con la devaluación del 2001 se volvieron competitivos. La cerveza demoro 10 años mas, pero en los últimos 10 años ya tenemos la máxima calidad mundial en estándar de producción, gracias al conocimiento y a la inversión tecnológica que antes, en pequeña escala, no se veía, (ni se sentía).

La contra, hoy, 2020, sigue siendo la inestabilidad económica.  Una cultura alcohólica, para desarrollarse, necesita del conocimiento de los productos del mundo, para poder exigirle al productor local, y que este no se abuse de la ignorancia de mercado.
Más allá de estos vaivenes constantes en la política y la economía, las contras que tenemos los argentinos, para poder desarrollar una cultura alcohólica rica e interesante, desde mi punto de vista, son las siguientes.

Por lo menos, así lo veo (y bebo) yo.

VERMUT
El Vermut, la categoría más fuerte de los argentinos, mantiene la misma mediocridad de siempre. No son malos, pero no son excelentes, son mediocres. Y el problema es que el consumidor no tiene opción.  Cinzano lo intento hace algunos años, elaborando un producto nacional con mejor materia prima pero el mercado le dio la espalda, por falta de cultura, claro ejemplo. Luego se importó, misma marca desde Italia, pero duro poco, no sé bien porque, y no se volvió a importar. Una verdadera pena, ya que sin buen vermut no hay buenos tragos. Y los productores artesanales, no me convence ninguno. Otra de las cosas que no entiendo es por qué no crean un envase pequeño, de no más de 1/3 litro, del vermut dry. Que como sabemos, es el que menos se usa en cada trago, y el que las se estropea con el oxígeno. 

Vinos Espumosos y Sidra!
Creo que es otro problema sin solución, peor aún, ya que en este caso, si el consumidor, algún día, aprende a valorar y beber un gran champagne, el productor, local, no lo podría elaborar, por el clima. Es decir, nosotros tomamos mucha sidra, y muy mala, pero si un día el consumidor pide calidad, se puede perfectamente hacer la mejor sidra del mundo en Argentina. Las sidras que se fueron logrando, de máxima calidad, en Rio Negro, son muy costosas, no sé si de producir, si de comercializar, y si la sidra no rota, no se consume, no sirve culturalmente.

Pero con el espumoso, sin un clima único como el de Champagne, nunca se podrá lograr la magia, el equilibrio del mismo.

Hasta el 2000 el rey fue Chandon Argentina, con productos de muy alta calidad, mucha inversión bien entendida. Luego, no sé qué paso entre el 2000 y el 2005, años en los que fueron relegados a un segundo plano por la fuerte competencia y por, probablemente, errores propios. En esos años apareció Nieto Senetiner (mantuvo la calidad solo los primeros años), La Linda de Luigi Bosca, y la gente se animó a poner otras etiquetas en sus mesas. Desde el 2010 para acá, Chandon y BB volvió a ser el gigante de calidad de siempre, BB rose es uno de mis espumosos favoritos. Y los defiendo siempre, ya que considero muy injusto al público, que solo por ser una marca popular, en Argentina, es un pecado. De ser lo más, podes pasar a ser grasa, es un concepto esnob tan estúpido como inútil. Le paso al vermut en los 80, era grasa, y en este siglo es lo mas.

El esnobismo no  es solo un freno cultural, es también un retroceso.

Luego surgió, hablando de esnobismo, la bodega Rosell Boher y Cruzat, y el público lo asocio a lo mejor, solo porque dicen que es lo mejor, y porque tiene la imagen que se ajusta al tilingo medio argentino.  Es decir, fue un éxito.
Cada tanto lo intento, compro una botella, de esas costosas, que prometen, no se que prometen, y no las puedo beber, bebo una copa o dos, pero me es imposible seguir bebiendo, se imaginan a quien escribe, dejar de beber algo? Es decir, es increíble. Me enoja mucho.

Hoy todo está más o menos igual, sin muchas novedades. En mi opinión, no recomiendo esta categoría si se busca placer. Prefiero tomar un vino tranquilo si no puedo pagarme un champagne.

A todos los encuentro chatos, sin frescura, o acidez vibrante, que levante, no que se caiga y aburra. En el único que encuentro el estilo champagne bien entendido, es Eclat, pero el más básico de su línea de tres. Se ve que cuando quieren acomplejar lo simple, lo arruinan. Igualmente, en todos los casos, las burbujas duran solo unos minutos, no más de media hora en armonía. Y en un típico champagne, abierto, pueden mantenerse por 24hs con un simple tapón.

No se enojen, pero lo tengo que decir, un Champagne me alegra el día, la vida, pero cuando pruebo un espumoso argentino, en general, si, la decepción es tan grande, que me arruina el momento, y solo salgo de ese mal momento, expresándolo.

Vinos blancos
Los vinos blancos en argentina no son lo que podrían ser, es decir, no hay oferta, creo porque no les conviene crear la demanda, es más fácil hacer y vender tintos, y el consumidor argentino, al ser bastante ignorante, es muy manejable por el mercado, que los mantiene lo más esnobs posible.

Recuerdo cuando vendía vinos en los salones, en los restaurantes, etc., y los vendedores de las bodegas, por ejemplo de Luigi Bosca, me recomendaban que no ofrezca tanto blanco, año 2005. Hoy es casi imposible salir a comprar un buen blanco. Hay algunas etiquetas, pero no se consiguen normalmente. Las únicas variedades que están en las góndolas son Sauvignon blanc, ok, y lo que si se popularizo final y formalmente fue el torrontes. Reitero, el mercado quiere, y necesita, para comer mejor y más placenteramente, buenos blancos. Tenemos que exigirlo!

Vinos Tintos
En tintos argentinos, estamos bien, salvo mi enemigo, el Pinotcho noir argento, por lo forzado, o tirado de los pelos, o de las pieles, pero estamos muy bien de malbec, el mejor del mundo? Sí, pero ya cansa, agarrar una carta de vinos y parecen clonadas. Merlot? Desapareció. Quedan buenos cabernets y algún blend. Pero en variedades, vamos para atrás.
Por suerte Salta, y Jujuy, mi terroir argentino favorito no para de crecer. Ojala el esnobismo no llegue nunca tan alto.

Me animo a afirmar, que Argentina tiene las peores cartas de vino del mundo. Buenos vinos, pero no hay variedad, todas ofrecen lo mismo. 

Cervezas
Como decía, Argentina fue un desierto en este tema, desde lo gourmet, hasta el 2000, desde finales de los 90 se asomaron las cervezas artesanales, las Ales, y desde hace 5 años, desde 2015, ya es normal encontrar la máxima calidad en pequeñas fábricas de todo el país. Por ejemplo Okcidenta en Santa Fe, varias empresas en San Luis, en provincia de BA un montón (el problema es la distribución y el precio, siempre al límite de lo competitivo, en todos los casos).

Gins
La bebida argentina de estos años, aun hoy, 2020, siguen apareciendo fábricas, el que abrió el mercado fue Apóstoles, hace casi 10 años, pero en los últimos 5 años aparecieron gins, yo les digo ginverguenzas.. De toda la argentina. De entre ríos, de Mendoza, de BA, de CABA, del sur, etc. Salvo un par, literal, al resto no los puedo ni tragar, y cuando me dicen el precio, me confirma lo incompetentes que somos. Pero ojo, están bajando sus precios, y mejorando la calidad en la mayoría. Un ejemplo es Arlequín GIN, de precio accesible, en su primera partida era intomable, lo charle con su dueño, me acepto la crítica, no se enojó, por el contrario, lo mejor, mejoro el alcohol base y el enebro, es decir, lo fundamental. Hoy esta súper recomendable.  Bien. A seguir probando.

Salud, nos vemos la próxima, más adelante, sigamos pidiéndole a los productores la máxima calidad al mejor precio, ellos lo pueden hacer, y nosotros, con el esfuerzo que hacemos al pagar cada botella, nos lo merecemos.


Sebastian Bossi (Autor del libro, La Vida Bien Bebida, 2019)