sábado, 10 de octubre de 2020

Vinos Con Ángel, (no los de la publicidad).

Vinos de pura madre, digo sangre.

Ayer al mediodía descorché para catar, los tres Pura Sangre de la bodega Domaine Saint Diego, Maipu, Mendoza, Argentina.

La cata la resumo en poco más de 10 minutos en el siguiente video de mi canal de YouTube.  https://youtu.be/utNas47xals

https://youtu.be/utNas47xals

Escribo esta nota un día más tarde, porque me asombra, gratamente, que luego de 24 horas, ambos están impecables, increíbles, aún mejores, sin “aristas” como decíamos hace  20 años, sin defecto alguno, sin “brett” (esa falsa sensación de complejidad dada muchas veces por defectos sutilmente evidentes), sin vestigio alguno de oxidación, sin perder un gramo de fuerza, todos indicios de un cuidadoso trabajo en bodega y desde el viñedo, uva y vinificación cuidada minuciosamente, algo normal en los vinos de alta gama del mundo, no tanto en Argentina, mucho menos usual de manera constante año a año durante décadas. Quiero decir, se dan casos de vinos sobresalientes, en Mendoza particularmente, pero cuando esto sucede, al año siguiente o al tiempo, o ese vino sube el precio de manera ridícula, o baja la calidad.

Los fui disfrutando en tres comidas, mediodía, noche y otra vez mediodía. Intentaré dejar algo para una cuarta comida y degustación. Pero es vasta prueba que estos vinos se hicieron con la seriedad con que se hacen los buenos vinos del mundo, como los de primer nivel de California, Burdeos o Chile. Me alegra encontrar estos vinos en Argentina, no es común que un proyecto de más de 30 años se mantenga con la misma seriedad de manera constante, pareja. Es común, insisto, ver como cuando se logra un gran vino en Argentina, o este aumenta su precio más de lo esperado, o se crean líneas superiores, confundiendo al consumidor o engañándolo, o directamente se vinifica con otras uvas para producir más a menor costo.

Ángel no creó un sin fin de líneas. Mantuvo la de siempre, con el mismo estilo corte y calidad. Y debajo, creo una línea totalmente diferente, Paradigma.

Pura sangre está igual, impecable como siempre, eso es respeto al consumidor, no conozco un solo colega o consumidor que tenga algo malo para decir sobre el Pura Sangre clásico.

Hace algunos años, se agregó un hermano mayor, “Nueve Lunas, que tiene un nombre que me recuerda a la buena cumbia, me gusta también por eso.

Me gustan mucho los pura sangre. Un ejemplo de calidad inalterable en décadas, pocas veces visto en Argentina.

 

Mi Ranking en orden de mayor a menor, según mi gusto, claro.

Los espumosos, es sabido entre mis seguidores que no me agrada el espumante argentino, en realidad, amo el Champagne, y adoro, respeto mucho todo el mundo del Cava español, y los de Inglaterra. Luego en todos los países puedo rescatar un par, literal, de buenos espumosos, como Ferrari en Italia, Domine de L´Arbol en Uruguay, y Eclat corte clásico, no los otros dos, en Argentina. Alguno de Brasil, y no mucho más, ni en Chile, EEUU, Alemania, Austria, etc.


Aclarado este tema, probé el Paradigma, un espumoso de uva Patricia, (algún Moscatel cruzado con una uva común), está muy bien para quien espera burbujas híper bebibles, pero no me da placer, y hasta lo encontré algo oxidado para haber salido recientemente de la bodega.


Luego el rosado, un blanc de noir de Malbec, muy bien logrado, a la altura de los mejores espumosos rosados secos (Nature) argentinos, esto es un mérito por la cantidad que hay, un montón, pero no por mucho más que este detalle.

 


Y el ya clásico, Pura Sangre Brut Xero. Un distinto, sin defecto, cumplidor, para tener siempre en cuenta.


 



Paradigma Tinto. Un vino de corte, por lo tanto un distinto en el mercado argentino, particular, recomendable por esto, con notas balsámicas de seductora reducción, probablemente  por la estiba en botella, que le queda muy bien.



Mis dos amores, (de turno)  mis favoritos:

Pura Sangre, en este caso el 2014,  base Malbec con algo de cabernet. Integrados a la perfección, con fuerza de principio a fin, nunca decae, recordemos que pasaron 30 horas entre mi primera copa y la última, habla de la sanidad de la uva y el trato en bodega, para beber ahora o guardar y seguirlo. Un clásico, intacto, muy interesante.

 


Y el Pura Sangre Nueve Lunas 2017, mismo corte, con paso por madera nueva, no me interesa ni que madera ni el tiempo, me interesa más el trato, que se note armonía, cuidado, intensidad, complejidad y duración en boca, eso es lo que espero cuando lo pago, es un vino que cotiza en dólares, y lo vale.

DiVinos estos dos. Los recomiendo, y les deseo larga vida, cumpliendo lo que prometen, lo que los consumidores nos merecemos.

 

Espero opinar lo mismo dentro de varios años, como pienso y opiné  hoy o lo hacía hace 15 años atrás, cuando conocí este proyecto. Buena relación precio calidad mantenida en el tiempo durante décadas. Algo muy difícil de encontrar en Argentina, excusas sobran, buenos ejemplos, faltan.


SB