Martes 13 de mayo de 2014
Georg Riedel nuevamente en Argentina
La verdad es que es emocionante cualquier evento de
características internacionales en un país como la Argentina de Cristina. Un
país donde 100 dólares significa un montón de dinero un día y a los 6 meses ya
no significa mucho, y de esta forma nunca sabemos muy bien cuál es el valor de nuestra moneda, y menos
de lo que significa su valor en el mundo.
La cuestión es que el martes 13 de mayo del 2014 Georg se
volvió a presentar en Buenos Aires, en el hotel Alvear Art. El costo del evento
fue de 50 dólares. 495 pesos argentinos. (Cada participante recibió de regalo
con su entrada un set de 3 copas Riedel Vinum XL)
El evento fue organizado por Cava Escondida, el importador
exclusivo de Riedel actualmente en el país.
Riedel, es una cristalería
fundada hace unos 300 años, pero se diferencia entre tantas históricas del mismo
origen, hoy es una empresa líder en calidad, diseño y prestigio y sin siquiera
competencia alguna. Podría haber sido una más, una empresa excelente entre tantas
cristalerías de esa región, pero no lo fue, supo destacarse sumando
funcionalidad a la excelencia, desde hace unos 40 años se decidió por ser
diferentes en un mundo extremadamente conservador, la cristalería de Bohemia es
excelente pero toda la apuesta del diseño está en el arte y en la estética, Riedel
aposto por ser diferente mejorando la calidad de vida de todos los
consumidores. Con instinto, coraje y sabiduría lo logro.
La propuesta Riedel es muy interesante, ya que, inteligentemente,
el embajador de la empresa, el mismo Geor Riedel, no se presenta como un
vendedor sino como un comunicador, un experto en el tema. Y con su actuación,
nos convence que lo es. Es tan convincente, la charla, respaldada por un
producto sin igual que luego de algunos minutos de charla uno siente podría llegar
a dar la vida por una copa Riedel.
Los vinos elegidos fueron, un Pinot Noir, uno de los pocos
representantes dignos que tiene Argentina en esta cepa totalmente ajena a nuestra
cultura. Un Malbec, un Cobos, tuve la mala fortuna de que mi muestra, cada
participante tenía un vaso con unos 200cm3 de cada vino, y mi vino, mi segunda
muestra de tres, estaba defectuosa, tenía el acético descontrolado y llegaba
al límite de lo intomable. Lo mismo pasó
con mi compañero de la derecha pero por suerte, la vida es así, te quita y te
da todo el tiempo, mi compañero de mi izquierda poseía una muestra sana.
El tema, es que en el medio de la cata, no pude evitar
demostrar mi desagrado con mi muestra, y tratar de llamar la atención para poder
reemplazar la misma, pero rápidamente, fui interrogado por el mismísimo señor
Riedel, delante de una audiencia en vivo de más de 100 personas. Me pregunto en
su perfecto ingles con tonada alemana, algún problema con su vino? Si le respondí
yo, a lo que el contesto, le pido disculpas, si usted tiene un problema lo
tendrán otros dos o tres compañeros, ya que si no se testeo el vino antes de
servirlo la culpa no es de él… sino del servicio. Me recomendó compartir la muestra con alguien
que pueda hacerlo y no se volvió a hablar del tema.
Culpo al servicio, no se les puede pasar por alto una
botella en ese estado, justamente en un evento Riedel.
Este detalle y el del comienzo, ya que el gran evento se vio
demorado algo más de una hora, al comenzar, el organizador, acuso a la
audiencia por albergar no uno, sino casi 20 colados, y por este motivo, el
mismo número de participantes reclamaban su lugar mientras esperaban afuera
obviamente de pie. Previamente a la acusación hacia todo el mundo, el
responsable del evento no tuvo mejor idea que pronunciar como primeras
palabras, “el evento esta demorado porque sucedió algo realmente grave”…
Estaría pensando en los 10.000 pesos que significaban la perdida de tener 20
colados, pero la verdad fue que se sobrevendió el lugar por ese mismo precio, y
si los colados existieron, igualmente la culpa seria de la organización, no de
los presentes. Se llegó al límite de pedir a cada uno de los participantes
sentados que justifiquen su permanencia, que seriamos todos culpables hasta
demostrar de alguna manera nuestra inocencia, mostrando alguna entrada o
factura justificando nuestro pago. Jamás había asistido a una ocasión similar. Casi
media hora después, el mismo organizador se dio por enterado que la culpa no
era de los supuestos colados sino de la sobreventa de entradas, un verdadero papelón,
frente a la presencia del mismísimo Georg Riedel en la sala. Una participante
alzo la voz y le reclamo públicamente al organizador que ella y seguro todos
los presentes nos llegamos a sentir un poco mal con semejante acusación, estaba
claro que el organizador se equivoco, a todos nos puede pasar, debió haber
pedido disculpas frente a todos, pero no lo hizo. Por el contrario, ya
alejándose el micrófono, volvió a insistir con la teoría de los infiltrados.
Uno de los bodegueros invitados, el de O Furnier, se tuvo que levantar de su
plaza para que esta sea ocupada por un invitado que pago su precio, el invitado
de honor, se quedo sin copas y de pie, igualmente esquivo el mal momento con
buen humor, dijo por micrófono que el ya
conocía los vinos y que como bodeguero no tenía dinero para pagar una copa
Riedel, que sus vinos son tan buenos que saben bien en toda las copas.
En fin, esto de reaccionar mal bajo presión nos puedo pasar
a todos, pero debemos aprender a pedir disculpas por lo menos.
La tercera y última muestra fue un blend con base de
cabernet, un orgullo argentino, el vino icono de la bodega Catena, elaborado
desde hace 25 años, el degustado fue la última cosecha, la actual en el
mercado, cosecha 2007. El mejor vino de la noche, digo bien, noche, ya que el
evento que intento comenzar a las 19.30, termino a las 22.30.
Georg Riedel, con un parecido físico a Juan Carlos Calabro
que asombro al menos a los que estábamos en las primeras filas, es un personaje
total, estricto hasta el límite más alto, detallista hasta el mas mínimo
detalle, no se canso de llamarle la atención a cada uno de los invitados que
por alguna razón no le hacía caso a sus directivas. Por ejemplo, se mostraba
molesto cuando alguien bebía sin su autorización o probaba un chocolate, para
maridar los vinos, a destiempo. O no dejaba transcurrir al menos 26 segundos
entre cada trago para descansar el paladar, etc., etc.
También se quejo de la falta de agua en un principio,
rápidamente solucionado por el personal.
Un verdadero maestro Georg. En poco más de 90 minutos
demostró conocimiento, arte y pasión en una clase magistral. No cualquiera
puede lograr ese respecto ante casi 150 personas con 3 vinos frente a cada uno
y sea él quien maneje nuestros impulsos, le costó al principio, los argentinos
somos un público muy especial, pero pudo hasta con nosotros.
Muy buen trabajo, paciente sobre todo, el del traductor,
Georg no dejo de corregirlo, no solo en la traducción literal de algunas
palabras sino hasta en el orden de las mismas. Eso sí, al final traducía la mitad de lo expresado
por Georg,
¿El resultado? Más de 130 asistentes felices de haber
asistido a una cata magistral, dictada por uno de los referentes indiscutidos
en materia de cristalería. Momentos como estos no se olvidan fácilmente, en lo
personal Riedel significa para mí lo que igualmente promete la marca, una
herramienta perfecta y por lo tanto indispensable para el disfrute de un buen
vino. Y que aun se de esta ecuación en un mundo donde el disfrute muchas veces
pasa por el esnobismo, por el de aparentar,
por el de aferrarse a marcas vacías de contenido practico, no es poca
cosa.
Vender cosas lindas, pero además útiles, es posible.
Brindo con una copa
de cristal útil o con un vaso de plástico, pero brindar en el medio, con una
copa de vidrio linda sin sentido práctico, jamás. ¡Prefiero coger! Coger una buena copa.
Salud!
*Una pena, en medio de esta batalla que al menos yo tengo
contra el esnobismo y el verso. Al finalizar el evento, ya en la salida,
escucho a uno de los referentes, esos que quedaron luego de la desaparición física
de grandes como Vidal Buzzi o de otros grandes, artista al menos, no conocedor
como fue el caso de Brasco. Pero los que quedan, mienten tanto a la hora de
exponer un tema, en lugar de decir, no, no sé, se creen que están obligados a
saberlo todo y responden como expertos en todo, pero no lo son. Ayer escuche a uno de estos seudos referentes
afirmar que la copa malbec Riedel, presentada por Graffigna era la misma que la
Vinum Sirah… NO, no, no, no, no… no es la misma, la Riedel Malbec, es una copia
exacta de la Riedel Tinto Reserva de la línea top, Sommeliers, copa que ya
existe desde el año 1987, pero elaborada en una línea más accesible, la Vinum.
Es decir, no se invento el diseño, se eligió entre modelos preexistentes. (En la foto de la derecha se pueden observar las dos copas juntas, la de la derecha, la mas grande es la "malbec" presentada por Graffigna.
¡Grande, Seba! Me hiciste reír... me la perdí pero debe haber sido una linda experiencia. Abrazo grande!
ResponderEliminarJa, hola Mariano! Si, una pena no encontrarte, siempre es un placer. Abrazo!
EliminarExcelente crónica de una noche que se empeño en ser vituperada por la ineficiencia de sus desorganizadores. Profe se ve que quedo contagiado por Georg, ya que transmite la misma pasión que el. Salute..!!
ResponderEliminarGracias Marco! Salud!!
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe hiciste reir mucho y darme cuenta que fue acertada mi decisión de no ir. Temía que algo así pudiera pasar. Abrazo
ResponderEliminarHola
ResponderEliminarEstaba yo detras tuyo y me imagino lo incomodo que debio haber sido para vos que te toque el vino en mal estado, no lo podia creer. Encima del retraso y de lo incomodo que fue en general la falta de organizacion por el tema de los colados.
La cata fue algo excepcional, de gran aprendizaje.
Muy buena nota, gracias
fDD
Hola Federico, gracias por el comentario, y si, es incomodo ya que como sabemos las copas son tan perfectas que resaltan todo lo bueno de un vino y también se potencian los defectos, asi que fue un vino menos, de tres a disfrutar. Pero si, la cata fue, como bien decís, excepcional, poder escuchar a un maestro como Don Riedel no se da todos los días, menos en el fin del mundo! Saludos. SB
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