lunes, 24 de agosto de 2020

Los vinos elaborados “por y para” argentinos. ¿Son una estafa?

 Los vinos elaborados “por y para” argentinos 

¿Son una estafa?

Estos vinos, se multiplicaron en los últimos 15 años, apareciendo y desapareciendo según su éxito y conveniencia. Si bien, es una antigua práctica, que funciona bien en los países europeos, en Argentina, en este caso, en la relación empresario, consumidor, solo gana el primero. Dando lugar al engaño, este es mi punto de vista.

La idea, como decía, es antigua, existe la figura de un negociante, este busca una partida de vinos de interesante relación precio calidad, crea una marca nueva y lo vende como propio. Esto es legal, y con distintas figuras, como negociante de uvas, de vinos, en cooperativa, etc., se da mucho en el viejo mundo, para vinos de bajo precio, y buena calidad relativa.

Pero en Argentina, país más esnob que cultural en el consumo de vinos, proliferaron etiquetas, con modernas y llamativas etiquetas, con la firma del enólogo estrella de turno, como garantía de venta y supuesta confianza consumidor producto. Pero Argentina, es Argentina, todo cambia muy rápido, no solo de año a año, en un día te cambia el panorama en este país. Y la influencia del clima es mínima respecto a otros países, hasta del mismo continente. La amenaza constante aquí es el hombre, el empresario y su único objetivo, ganar dinero a cualquier costo, total, muchas opciones no va a tener el consumidor, no hay ni habrá importados, y en el único mercado, el local, se creó una grieta donde se hace creer que lo que se hace a nivel masivo, por grandes bodegas, no es una garantía de calidad, la calidad está en las pequeñas producciones de estos enólogos estrellas con sus proyectos propios o en alianza con un viticultor o algún empresario golondrina. LA verdad, mi verdad, es que los bodegueros establecidos, los 10 grandes de toda la vida, no son malos, son buenos, pero también son argentinos, y si los endiosamos, también ellos van a optimizar sus ganancias, creando cada vez más líneas, por arriba y por debajo de las establecidas, cambiando proveedores de uvas, y dejando las más sanas y de bajo rendimiento a las líneas superiores y de exportación, y el resto a las líneas más populares del mercado local, Eso depende de nosotros como consumidores, en castigarlos con la no compra y premiarlos con la misma herramienta cuando corresponda. ¿Cómo darse cuenta cuando un vino ya no es el mismo? Leyendo la contraetiqueta, si fue un año normal y el alcohol bajo medio grado, algo raro hay. Si al beberlo no da el mismo placer, eso no debería pasar en un clima tan estable como el nuestro. Confiar más en lo que bebemos que en lo que bebimos. Abrir los ojos cada año, ante las nuevas cosechas.

No endiosemos nunca, menos públicamente, a un bodeguero, ni a un enólogo, menos a un enólogo bodeguero.

Un enólogo puede ser brillante en conocimientos, pero al momento de vender su vino, al menos en Argentina, muchas veces veo como destacan el nombre y el curriculum de estos enólogos en sus etiquetas, y al ver, elaborado por xxx (un numero) para (el enólogo). Pienso, como negocio la uva, como y desde donde a donde, la traslado, a quien se la dejo, como y donde la vinificaron, ya que la bodega es contratada, como repartieron los márgenes de ganancia, y posicionamiento final del vino por precio. Y luego, lo peor, como me aseguro que el proceso al año siguiente, sea similar, con todos los cambios como variables de fuerte influencia sobre la calidad de un producto en argentina.

Es decir, estoy seguro, que cuando una bodega, grande, establecida, con espalda financiera, quiere hacer un gran vino, es decir usar todos los recursos disponibles para lograrlo, contando con sus modernas bodegas, sus mejores tierras, uvas, y enólogos, es muchísimo más probable que logre ser más competitivo y confiable, que un buen enólogo, asociado con un empresario, contratando viticultores y bodegas. En este caso es muy probable que si logra un vino atractivo, por personalidad, etc., lo venda a un precio mucho más caro que si lo lograría un bodeguero establecido, y es menos probable que se mantenga la calidad año a año, por obvias razones. Porque en Argentina todo cambia, se encarece, y desde el consumidor, al ser un rehén cultural, va a seguir consumiendo y defendiendo a su enólogo de culto. Para mí un círculo vicioso muy peligroso, culturalmente hablando, y una farsa, un circo, una mentira. Con un claro perdedor, el consumidor de vinos que busca la mejor relación precio calidad.

Atención, las grandes bodegas, también engañan.


Pero eso sí, legalmente se cuidan, como decía, el objetivo en Argentina es ganar dinero, a cualquier costo. En otros países esto no sucede, ya que se hacen los vinos con más respeto al público, quizás porque este sea más exigente, o porque hacen los vinos para “siempre” no esto típico argentino de tener una marca 50 años, como por ejemplo Don David, y en pocos años crear un montón de líneas nuevas, para arriba y para abajo, mareando al consumidor, cambiándole la uva que este bebía, y en este caso, como muestro en las fotos, cambiando directamente el terroir, un vino que fue el símbolo de calidad de los vinos salteños, en las ultimas cosechas, observo que le sacaron toda palabra que haga referencia a Salta o los valles calchaquíes, pero si mantenían el marketing, en los medios y en web oficial, con esta promesa de ser el legítimo sabor único de esta zona. Pero al parecer, el vino está elaborado y envasado en... ¡Mendoza! 





Posiblemente, esto supongo yo, ya que son muy cerrados a brindar información, el plan sea crear otra bodega en Mendoza, ya que es más rentable hacer ciertos vinos en esta ciudad, por cuestión de logística. Pero así como está, esta última partida, para mí, es un engaño al consumidor.















Uno más, de los empresarios argentinos. ¿De todos? No, de los típicos. Reitero, la culpa no es de ellos, es de los consumidores, que no son libres, que no piensan, y mientras sigan endiosando enólogos y bodegueros, estos seguirán abusando de ellos. Ya que no hay delito alguno en esto, pero se pierde en cultura, y se pierde mucho.

Sebastián Bossi


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