sábado, 11 de diciembre de 2010

Una de cal y otra de... PLOMO!

Una de cal y otra de... PLOMO!
de Sebastian Bossi, el Domingo, 19 de diciembre de 2010.

Luego de leer un par de notas publicadas hoy en la revista del diario la nación, me pregunto cómo puede haber una persona tan especial como Mallmann y otra tan engañosa como Brasco, una persona que ocupa desde hace ya TRES décadas un lugar privilegiado, donde lo único que logro hasta ahora, es restar y distorsionar todo los temas importantes referidos a la cultura gastronómica especialmente en el mundo de las bebidas. Con leer solo un par de sus notas, uno se da cuenta que el señor no leyó o estudio en su vida un libro o un informe serio sobre las bebidas del mundo. No tiene la más remota idea de lo que es una cerveza y sus variedades, ni siquiera sabe más del mundo del vino solo su reducido grupo de amigos bodegueros ultra conservadores. Un tipo cerrado como “oreja” de muñeca, no sé cómo están esperando que se muera para reemplazarlo, por el bien de la cultura general.

Debo aclarar que no tengo nada personal contra Brasco, solo el lugar que ocupa en un medio tan importante como La nación, no me canso de recomendar sus libros de relatos, el tipo es un genio en lo que es ficción, pero sin querer queriendo lleva la ficción a la realidad de un mundo tan puro y noble como lo es el de las bebidas y de esta manera confunde y retrasa al consumidor común en el valioso camino del aprendizaje.



Esta es la nota publicada hoy por La Revista de La Nación.

En esta es evidente que al no poder, al no saber nada del mundo de la cerveza, su inserción en la gastronomía actual y la tendencia del mercado, agarra como siempre una tangente intelectual, haciendo que el lector común lo tilde de genio, y en realidad es un chanta, un mentiroso. Eso sí, que bien que escribe las tonterías que escribe.



Tras haber redactado cualquier texto, uno a menudo lo relee y evalúa si lo escribió en contra, en contra maso o totalmente a favor.

Hay siempre una alternativa adicional, predilecta de la izquierda, que es citarlo asiduo a Ludwig Feuerbach, masajista alemán de ideas oblicuas que no ilustran de manera nítida contra cuál arco es que están pateando. Es el pensamiento cómodo, fefifo, de la expresión ni-fu-ni-faica, concretada en la siguiente frase: dejemeló pensar y mañana le contesto.

De mantenerse abstractas, estas tres alternativas exhiben elegancia, hasta glamour incluso. Pero las cuestiones de la existencia casi nunca son claras, ni siquiera aritméticas, o algebraicas descifrables, sino logarítmicas conjeturales probabilísticas de formulación incierta: lo que se conoce entre los titubeantes como fuzzy logic. Punto.

Se lo pondré en términos más concretos. Pregunta: ¿cuál es la distancia más corta entre dos puntos? Respuesta: depende de que entre ellos esté prohibido pisar el pastito. ¿Captó? La línea recta es siempre fuzzy logic: depende de.

Pero apenas uno se manda un coqueteo con la fuzzy, aparece algún ducho en las urgencias para ponerte contra la pared. ¿Usted está a favor de lo que favorece a quiénes, o en contra de quienes se oponen a qué? En planteos de este tipo, mi experiencia de argentino es que mejor no. Quien acepta disyuntiva tan tajante puede desembocar en el infierno de una banca en Diputados o en el Senado.

Esto maso fue lo que ocurrió, días pasados, en una charla sobre "bebidas con qué platos". Hice un planteo poco controversial, lo que pronto dividió al auditorio en tres grupos, de una tercera parte cada uno: el (a), a favor; el (b), en contra, y el (c), que la pasa siempre regio abandonando la mano boba sobre las piernas de una rubiecita a su derecha.

De pronto, un cuestionamiento surgió de los contras: una fémina de cuarenta y dos años, negando mi negación de la cerveza como acompañamiento de un asado. "En vez de restaurantes a la moda como El Mirasol -me planteó-, usted debería sentarse bajo entramado de acacio bola, a las doce y media de un mediodía veraniego, comiendo costillar grueso y trincha del día grillados en parrilla sobre la tierra, con una cerveza pasteurizada de litro bien fría al alcance. ¡Reivindique la cerveza con el asado, como hacemos en el interior!"

El interior propone cada cosa que, no sé. Como parrillas muy al ras de tierra, superincómodas, para agacharse. Salvo que a cargo del asado pongamos a lugareño retacón, a quien el piso le queda más cerca que a otros lungos al cuete.

Desde ya no tengo objeciones a los entramados de acacio bola. Pero doce y media me parece muy temprano para llegar a un asado gaucho en las pampas interiores. Antes de las dos menos cuarto mínimo ninguna carne a la parrilla alcanza allí el punto justo del pasado de punto en la sobrecocción paisana.

Con respecto a la cerveza, si usted prefiere acompañar el asado con esa fermentación pasteurizada, métale nomás. La regla número uno del disfrute culinario la canta el príncipe Orlovski en el acto dos, escena uno, de El Murciélago, de Strauss. En el coro "A cada cual según sus gustos", con la frase "a mí me gusta". Ella cierra, tac, cualquier debate gastronómico.

Por Brascó

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