viernes, 9 de agosto de 2013

El mejor vino de mi vida


Corton 1942

Un vino con mucha magia y final feliz

 

Tenía seis o siete años si bien recuerdo y no paraba de admirar las mil formas de botellas de bebidas alcohólicas de todo tipo y origen (casi todas eran de vino argentino) recuerdo en especial las medias botellas de 375cm3 sobre todo las de vino blanco, era la década del 70 y sobresalían marcas como kleinbur de Proviar, Etiqueta Marrón de Suter las caramañolas de san Felipe, etc.

Todos los fines de semana, los domingos al mediodía íbamos a algún restaurante del cerro de las rosas a almorzar. Ni bien terminaba mi comida aprovechaba el primer instante para huir de la mesa, llave de baúl del auto en mano, para comenzar mi trabajo de búsqueda de ejemplares de colección que para el resto de las personas no eran más que simples botellas vacías. La historia era la misma de siempre, al llegar a casa mi padre abría el baúl y entre él y mi madre se encargaban de eliminar mis hallazgos; parte de mi misión ya estaba cumplida, las pieza sobrevivientes se acumularían en un pequeño deposito del fondo del jardín sin mucho significado para el resto del mundo.

                                                                                   

Siempre supuse que el recipiente diseñado para contener bebidas alcohólicas tiene un ciclo de vida al igual que su contenido. Esta en nosotros el saber apreciar o no ambas cosas.

Nunca guarde una botella vacía por más de diez años pero difícilmente me olvide de alguna y de su significado.

 

Nací un 17 de agosto del año 1970; Comencé a tomar viviendo en concepción del Uruguay entre ríos el mismo año de mi debut sexual 1985 a los 15 años. A los 20 me establezco en buenos aires y acá estoy siendo el año 2002.

 

Mis estudios en el vino comenzaron en el ’92 en la escuela de gastronomía el ateneo donde de todas las materias que había sobresalía ampliamente en enología. Ahí empecé a leer material básicamente de vinos argentinos del ’70 en adelante y me acuerdo el libro de lectura obligatoria (literalmente) era Enrique Queyrat los buenos vinos argentinos; escrito a comienzo de los setenta y actualizado durante esa misma década.

Fueron mis primeras fichas de degustación  y mis primeras degustaciones a las cuales concurrí con asistencia perfecta a través de toda la década del noventa y cuando digo a todas es a todas, al menos las realizadas en buenos aires. En realidad entre 1994, año que egrese como barman profesional, y el 98 me dedique casi exclusivamente al mundo de las bebidas espirituosas tanto en mi país como los escasos viajes que realice a Europa y estados unidos sin olvidar Uruguay donde vivía dos o tres meses del año. Este país siempre tuvo uno de los consumos de whiskys más altos del mundo y esta demanda hace muy atractiva la oferta.

 

A partir del 98 comencé a meterme de lleno en el mundo del vino ya no solo a nivel nacional sino de manera más global empezando por chile, Uruguay, Estados Unidos, Francia, España, Portugal, Italia y por ultimo Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica.

A fines del 99 me decidí a trabajar en un proyecto para abrir un almacén de vinos a comienzos del 2000 pero no prospero por un problema financiero, insistí en que tenía que trabajar en algo relacionado con los vinos y envié mi c.v. a 30 oficinas de bodegas incluyendo importadores y distribuidores. Solo uno me llamo; la entrevista  fue muy provechosa al menos para mi donde me di cuenta que necesitaba profundizar la teoría en forma ordenada y extensiva.

 

Sin mucha confianza pero por falta de alternativa me anote para cursar a partir de marzo del 2001, la carrera de sommelier  en la escuela de Marina Beltrame, por entonces en todo el ambiente gastronómico de BA “las chicas” como las llamaban a Flavia y a Marina, eran muy populares y a la vez prestigiosas.

 

Ahí aprendí a no subestimar a las mujeres (en ningún sentido y por muchos motivos). Aprendí a estudiar, sí a estudiar; porque uno puede tener los mejores libros respecto a un determinado tema en este caso vinos del mundo pero si uno no recibe apoyo como ser, encontrar un contexto adecuado para guiarse, consultar e interactuar y sentirse bien con algo al cual se le esta dando mucha importancia y tiempo, todo se vuelve más complicado. Es ahí donde la escuela actuó de maravilla logrando un grupo social magnifico. Sin temor a exagerar pudo decir que fue ahí donde cobraron sentido mis botellas, mis libros y manuales y mi vida misma social y afectiva.

 

Ejemplo de todo esto es esta historia repleta de realismo mágico, ocurrida hace muy poco tiempo: (Esta historia es real y ocurrió en BA en noviembre de 2004)

“As a general rule wars don't have a good effect on vineyards and the wartime wines are rarely great. Armies marching through your village pillaging anything they can find don't help much, nor do national governments intent on enlisting any able-bodied man they can find. In wartime vineyards tend to get neglected or even completely ignored, so any wine that gets wine will be scarce and probably not very good.”

“There are notable exceptions to this: perhaps one of the last century's greatest vintage in the Bordeaux was the 1945, which was grown and vinified at the tail end of six years of wartime struggle. It was a testament to the determination of the Bordelaise that nothing, not even a full-blown global war, was going to stop them doing what they did best. Most of the time, however, wines in wartime are poor; thin shades of their peacetime selves. But because of this, we have today one our more pleasant summertime drinks - the kir. Kir, as you may well know, is made by adding a dash of Crème de Cassis - a blackcurrant liqueur - to a glass of white wine. The drink gets it name from the leader of the French resistance in Lyons during the Second World War, Canon Felix Kir.”

No fue este el caso de tener que optar por el kir o algo parecido.

La historia es la siguiente:

Hace un año y cuatro meses tuve el placer de descubrir el verdadero potencial de vida de un vino. Fue cuando una amiga o una vieja amiga nos regalo a mi amigo Mariano y a mí una botella de un Rioja de raza, fue un Martínez Lacuesta 1922. A pesar de haber vivido un momento inolvidable aquella vez, nunca pensé de manera optimista al descubrir otras botellas de similar antigüedad. Claro que esperaba que se repita algo similar pero siempre comentaba antes de probar algún tesoro descubierto “y la verdad que no creo que el vino este bien... ” Formula que recomiendo ampliamente pues si el vino esta de verdad mal, nos quedara el recuerdo de lo bueno, de lo contrario al crear falsa expectativa quedara la imagen del fracaso.

En este caso teníamos razones para dudar del estado del vino, datos poco alentadores como la cepa: Pinot Noir, la edad: 62 años, el momento: plena segunda guerra mundial. El resultado observado al destapar los vinos hace que pensemos que es casi un milagro de dios al igual que muchos otros afortunados supervivientes de la guerra que culmino en 1945.

 

Pero de la guerra nos va a hablar mas tarde nuestro amigo mariano. Yo voy a comentar datos descriptivos de los vinos y como llegamos a esta particular y excepcional degustación de borgoñas de la segunda guerra.

 

“La naturaleza produce milagros, pero no hay como los milagros embotellados”. (Refrán Polaco)

 

Comenzó como muchas de las buenas y malas cosas que nos pasan; de manera casual.

 

Un viernes no hace mucho estaba de visita en la oficina de mi amigo Mariano. Siempre monotemáticos me comenta como para tener en cuenta pero con desconfianza el dato que le paso un compañero de la escuela de sommeliers (Ezequiel) sobre unos vinos muy viejos ofertados en un sitio de internet.

Yo casi sobrando el asunto y sin saber muy bien de que se trataba dije, “mmmm... esta loco el tipo, esos vino no valen nada, solo unos pesos tal vez la etiqueta”.

Obviamente ni bien pude me metí en internet tratando de obtener información de los vinos, de la zona en esa época, de todo.

 

Cuando veo la página, veo que no había sido muy visitada probablemente por la desconfianza que daba semejante producto ofrecido. Observo también que Ezequiel había realizado un par de preguntas como, ¿En que estado estaban? y si podía ir a verlas sin compromiso. Curiosamente en contra de las reglas del sitio le contestan rápidamente publicando amable y generosamente la dirección con los horarios aptos de visita. Es aquí cuando comienza mi verdadera obsesión por todo esto cuando veo que los vinos se encuentran en mi barrio y en un edificio a exactamente 100 metros del mío el cual diviso desde la ventana misma que está al lado de mi computadora y me doy cuenta que hace dos años estaba visitando ese mismo piso con la intención de vivir allí.

 

Lo primero que hice fue preguntar por mail si el precio que tenía publicado era 50 dólares por dos botellas o cada una. Me contesto “cada una” como diciendo esta bastante claro.

Paso una semana y el precio bajo a 33 dólares por botella. Yo intente establecer algún contacto con Ezequiel al cual lo había visto solo una sola vez en mi vida y no tenia ni siquiera su teléfono. Al ver que todo venia muy lento y los intentos de visita no se concretaban nunca. Decidí actuar solo sin consultar a los demás supuestos interesados. Sabía que de llegar a un acuerdo con el dueño los únicos privilegiados a tener en cuenta iban a ser ellos dos, Mariano y Ezequiel.

 

Un día soleado con algo de efectivo en el bolsillo, camine la cuadra que me separaba de mi objetivo a encontrarme con Don Julio Bruno; tal cual figuraba publicado su nombre en la pagina. Sin saber muy bien a donde iba, toque timbre, subí y me encontré con el encargado de una empresa de seguridad. Pase la puerta primero y luego la reja de entrada, una joven secretaria muy amablemente me ofreció pasar a la cocina. Ahí Don Julio se presento y de manera clara y sincera me relato brevemente como llegaron los vinos a un cuartito de servicio del antiguo departamento. Llego el momento, eran dos grandes cajas de madera de tamaño hoy atípico llenas en su interior de botellas cubiertas con unas simpatiquísimas esterillas individuales de paja obviamente originales de Francia.

 

Con la silenciosa autorización de Don Julio comencé a desnudar cada una de las nueve botellas supervivientes de la guerra primero, del viaje en barco después, de los muchos años en Buenos Aires y por último de la curiosidad de Julio Bruno y ocasionales bebedores amigos. 

 

Continué liberando las botellas del extraño envoltorio, primero la esterilla luego un fino papel marrón o amarronado por el tiempo. Al cabo de unos minutos termine mi tarea casi sin poder disimular mi enorme emoción. Presente las botellas en la mesa de la cocina, primero separe las botellas 1942 sabia que era tinto de las 1943 que sabia eran de blanco. Me encontré con 6 tintos y 3 blancos. De los 6 tintos 3 estaban deshidratados y el mismo problema presento 1 de los 3 blancos. Al parecer y es razonable, la famosa botella bourgogne tiene algún tipo de problemas para convivir largos años con un corcho tan largo como los del Corton (5cm). El ultimo tramo del corcho, comienza a hincharse ejerciendo una presión hacia adentro de la botella; Algunas no lo resistieron y quedo como resultado final la botella prolijamente cerrada con el corcho entero suelto en su interior y el liquido total o parcialmente evaporado.

Igualmente ya en ese momento yo pagaba 50 pesos por una botella vacía. Estaba totalmente encariñado con el hallazgo. Otra vez intente calmarme y demostrando mediano interés le comente que solo me interesaban una o dos botellas del tinto pues por experiencia, con las botellas con una merma o evaporación de más de 2 o 3 centímetros no había chance de poder disfrutarlas aunque más no sea una copa simbólica. Y además estaba dispuesto a ofrecerle ya mismo 90 pesos por las tres botellas más presentables.

 

Don Julio me respondió que me entendía pero no le servia vender solo una y encima la mejor pues el resto lo tendría que “tirar”. Me recomendó hablar con mi supuesto amigo Ezequiel y algún interesado que yo conociera para ver que numero podía hacer por todo. Nos saludamos, quedamos en hablar mas tarde o al otro día y nos despedimos. Yo me fui algo confundido pero seguía convencido que las botellas eran mías. Deje pasar dos días hasta el viernes a última hora de la tarde sabiendo que Julio me esperaría ya ansioso con un sí o un no.

 

Llegue algo nervioso a la oficina pero como siempre confiado, le argumente que me había quedado solo en la aventura de la compra pues mis supuestos amigos me habían abandonado diciendo que era un suicida con ganas de tirar la plata. Que igualmente yo seguía muy interesado y que si me las vendía, ese mismo sábado las iba a probar a todas. Pero al estar solo, podía como mucho ofrecerle solo un poco mas de lo ya ofrecido al principio y mencione una cifra redonda por todo el lote. Ya Julio Bruno se mostraba un tanto agotado con tantas palabras e idas y vueltas y de manera enérgica agarro todas las botellas las metió en el ascensor de servicio y me dijo casi sin mirar la plata que yo había dejado sobre la mesa, “yo no sirvo para pichulear ni me gusta así que llevate todo”. Convirtiéndome a mí en ese momento en la persona más feliz de todo el mundo. Camine la cuadra que me separaba hasta mi casa como flotando en una nube a pesar del peso de las 9 botellas.

Desde ese momento pasaron solo 7 días para la gran apertura. Cada uno de estos días fue para mí como tener un ser vivo manifiesto a mi lado, quizás una señal, fue como los primeros días que uno pasa con su nueva mascota, me acostaba y me levantaba pensando en el estado que estaría el contenido de esas botellas. Me pasaba todo mi tiempo libre investigando las vinificaciones de la época, el perfil de los vinos, las críticas etc.

 

Casualmente ese viernes trabaje por primera vez como sommelier en un restaurante y en su biblioteca encontré un libro de vinos donde comentaba el autor acerca del cambio brusco de vinificacion de los vinos tintos de la bourgogne más o menos por los sesentas. Y que antes los enólogos buscaban vinos que tardaban en madurar en botella por ser más duros y pesados, luego se volcó a la tendencia actual de la elegancia y fineza de los famosos Pinots.

 

Ya el sábado siguiente a la adquisición no aguante mas y mande un ultimátum a mi amigo Mariano para que busque un lugar en su agenda para reunirse conmigo para el gran momento, pueda o no, este o no su amigo Ezequiel. Quedamos como primera opción ese domingo. El domingo paso, pensé en el martes y pasó también. El jueves coincidimos con Mariano en un bar de Callao y Santa Fe. Yo impulsivamente apure a Mariano a que era ese mismo jueves sabiendo que era casi imposible. Mariano; demostrando que entendía que lo mío iba en serio, esa misma noche me llamo y me confirmo la reunión de caballeros para el viernes 21hs. yo realmente sorprendido y ocultado a través del teléfono una gran sonrisa, acepte.

 

Viernes 12 de Noviembre de 2004


Corton 1942 / Pouilly Fuisse 1943


Los vinos que sobrevivieron a

A. Hitler y W. Churchill

 

Testigos


Ezequiel Schneer


Gastronómico/ Estudiante avanzado sommelier.

Mariano Fernández


Economista / Estudiante avanzado sommelier.

Sebastián Bossi


Técnico S. Gastronómico / Experto en bebidas.

   

 

 

“Borgoña constituye el escaparate mejor situado de Francia, por no decir de Europa. Personajes poderosos, influyentes de todo tipo han desfilado durante dos milenios por el camino real que atraviesa Francia desde Paris hacia Lión y el sur y desde el Rin y los países bajos hasta Italia. No hay ningún príncipe, mercader, soldado o estudioso que no haya visto la cote d’OR, pernoctando en Beaune o en Dijon y paladeando o escuchando anécdotas sobre los fabulosos vinos de esta estrecha franja de tierra situada en una ladera baja.”

 

                                              Hugh Johnson. Wine Companion. 1983.

 

 

 

El lugar elegido fue el mismo donde un tiempo atrás llego ese antiguo Rioja 1922, como decíamos el mismo barrio de Monserrat donde descubrimos estos vinos.

Mariano fue el encargado de la investigación y presentación de una introducción para ubicarnos en la historia. Para la ambientación se busco música de jazz grabada entre 1939 y 1944. Entre los temas pasaron:

 

It's the Way That You Do It - Jimmie Lunceford & His Orchestra 1939

Prisoner of Love - Lena Horne 1941

9-20 Special - Count Basie Orchestra 1941

Let Me Off Uptown - Gene Krupa & His Orchestra 1941

Why Don't You Do Right? - Benny Goodman & His Orchestra 1942

Praise the Lord and Pass the Ammunition! - Kay Kyser & His Orchestra 1942

Comin' in on a Wing and a Prayer - Golden Gate Quartet 1943

I'm Beginning to See the Light - Harry James & His Orchestra 1944

 

Y mucho Glenn Miller entre muchos otros temas. Pensé en incluir tangos del 40’ pero no sabíamos con exactitud en que momento arribaron estos vinos a Buenos Aires.

 

Presente la mesa con algunas opciones de diferentes vinos como para disimular el total protagonismo de los Bourgogne. También elegí bebidas elaboradas y compradas en los años 40’s. De mi colección lucí una Hesperidina impecable, un misterioso Prunelle de Estrasburgo vecino de los protagonistas, también encontrado en el barrio, y una botella de amaro Monte Cudine recién llegada desde un antiguo almacén de campo de la zona de campana.

 

Nos sentamos a las 22hs comimos unas empanadas de “La Continental” con un intento fallido de acompañar la comida con un torrontes 2002 bien Argentino, mas oxidado que cualquier botella del famoso lote. Por suerte y como siempre Mariano acerco un oportuno rose 2004 de la Bodega Escorihuela. Antes fueron varios pastises como para ir entrando a Francia desde el sur.

 

Durante una hora, disfrutamos de la reunión casi como cualquier otro viernes olvidándonos del contenido de las antiguas botellas pero tratando de situarnos en los principios de los cuarentas en el mundo, en especial Francia y más tarde Buenos Aires cuando luego de la guerra supuestamente arribaron los vinos a la Argentina.

 

Es un buen momento para destacar los sellos que presentaban ambas cajas de vinos.

El Corton decía Desirade (isla Guadalupe caribe) y en el Poully Fuisse figuraba Formose (China-Taiwán hoy).

Esto lo puede explicar Mariano más adelante.

 

 Datos descriptivos y etiquetas

 

Observaciones en común:

 

F. Ginestet (prestigioso negociante de Bordeaux, que en la época de guerra se encontraba operando en borgoña)

Apellation controlee (muy reciente y quizás algo improvisada la etiqueta)

Importador Mignaquy & Cia S.R.L. capital $3.700.000 m/n (actualmente en actividad desde 1858 en Aristóbulo del Valle 751 pleno barrio de La Boca)

Impuestos internos ley 12137 y ley 12139

Botella 750cl pero declara 730cm3

Marque deposse tout groit (águila emblema del negociante)

 

Corton 1942

Corcho 51mm cápsula estaño puro (rojo)

Botella algo asimétrica de muy buena calidad el vidrio verde musgo casi militar. Altura 30 cm.

Picada 5cm.

Alcohol 12.3 análisis B444.456 arribo a buenos aires ¿?

Dos años de madera.

Botella 1 de 3 6cm de merma (corcho 1cm hundido a punto de caer por sí solo hacia dentro de la botella)

Botella 2 de 3 4cm de merma (corcho muy sano cumpliendo 99/100% su función)

Botella 3 de 3 3cm de merma (corcho 10 puntos se pudo extraer completamente)

Precio promedio base Sotheby’s o Christie’s 500 euros por botella. Botellas 2 y 3 muy difícil de fijar precio. Son casos excepcionales por presentar tan poca merma y óptimas condiciones generales. Precio publicado en vinotecas de Europa 800 euros.*año 2004.

 

Poully Fuisse 1943

Corcho 38mm (cápsula dorada con la inscripción f. Ginestet Bordeaux).

Botella asimétrica de mala calidad de vidrio con defectos de relieve y burbujas en su interior. Verde turquesa. Llamado wartime glass debido a su calidad y usado entre 1942/45.

Altura 28.5cm.

Picada 4cm.

Alcohol 11.9 análisis B450.817 arribo a buenos aires ¿?

18/24 meses de madera

Botella 1 de 2 7cm de merma (corcho 10 puntos se extrajo integro)

Botella 2 de2 6cm de merma (corcho en buen estado)

Precio base 100 euros en Sotheby’s o Christie’s solo por lo significativo del año.

 

 

 

Observaciones II:

 

*se uso una combinación de dos destapadores, lamina y camarero al mismo tiempo. El resultado fue muy exitoso.

**los tres tintos se trasvasaron a decantadores de oxigenación semi-restringida.

Las botellas 1 y 2 presentaron igual cantidad de posos (1 copa degustación llena)

La botella 3 presento la mitad de los casos señalados. Todos los vinos se degustaron a 18/20º. Probamos bajar esta temperatura con resultados negativos en la cata.

***la botella borgoña es propensa a presentar una mayor merma de lo habitual luego de 30, 40 años. A diferencia de las botellas comunes o bordalesas las borgoñas se miden en centímetros entre la base del corcho y la superficie del líquido. Por lo general los vinos de borgoña son menos propensos a verse afectado por él oxigeno y entre 5 y 7 cm de merma en un vino de 40 años puede ser considerado normal con buena expectativa de vida. Desde ya 3 o 4 seria una excelente condición.

 

Curiosidades:

 

La primera botella fue de vino blanco a las 23hs, se empezó tarde pensando lo peor.

La última botella de tinto se descorcho a la 1am. Si mal no recuerdo...

El evento que yo llamaría de una carga emotiva violenta, continuo hasta el amanecer.

Esta alta carga emotiva presente en cada botella fue generando una especie de sinergia en el ambiente contagiando a cada uno de los presentes convirtiendo lo vivido aquella noche en un viaje alucinante a través del tiempo. No exagero, todo lo que decíamos, no alcanzaba para describir lo que sentíamos. Al final nos limitábamos a mirar y beber el precioso líquido luego  quedábamos mirándonos las caras de gigantesco asombro y plena felicidad.

 

El descorche esperado, el comienzo de varios brindis


 

Ya cuando se estaba agotando la expectativa y no quedaba mucho Rose en la mesa, creímos que era el momento indicado casi por descarte para empezar a abrir una  a una las botellas. Ya gran parte del objetivo estaba cumplido, lo habíamos logrado, juntar todo el lote de botellas, reunirnos los tres protagonistas, nosotros no podíamos hacer nada mas. Todo lo que pudiera venir de los vinos iba a ser bienvenido y por lo menos, bueno.

 

Botella B1/1 23hs

Nos juntamos espontáneamente los tres en la cabecera de la mesa, la opuesta a la que habíamos comido y bebido. Decidí no sacar la cápsula dado que esta estaba totalmente pegada al pico y además el corcho en este tipo de botellas francesas antiguas sobresale por lo general por debajo de la cápsula. Esto nos permite operar observando el extremo de nuestro destapador.

Como explicaba decidí sacar solo la tapa de la cápsula con un cuchillo pequeño afilado y duro. Los primeros milímetros de corcho era como cáscara de cemento parcialmente humedecido. Introduje primero el sacacorchos tirabuzón y una vez que asomo por debajo procedí a introducir el sacacorchos de lámina para tratar de despegar los bordes y después sí, todo junto hacia fuera. Más o menos así procedí en los cinco corchos de la noche.

 

El corcho salió intacto, y este buen síntoma fue acompañado de otro como fue el buen aroma que desprendía esta pieza hoy de museo.

 

El vino sorprendió inmediatamente, como las películas cuando descubrían oro o petróleo, Mariano grito “esta entero, esta entero”. Así fue, el vino que a la vista parecía jugo de manzana no otorgaba ninguna nota desagradable ni desequilibrada, todo lo contrario. En boca era un vino incisivo en su recorrido, muy interesante y disfrutable, imposible no recordar algún amontillado archivado en la memoria. De persistencia muy marcada. Pero insisto, no había rastros de humedad, ni de acético, ni de nada que perturbara la armonía descripta.

 

Ya un poco más confiados pero solo un poco mas, pasamos a la segunda botella.

 

Botella B2/2 23:30hs

Al momento de degustar la primera copa observamos un color muy similar a la primera que si recordamos era como un jugo de manzana roja algo más amarronado, pensamos que seria idéntica. No fue así, aquí la acidez molestaba un poco y en boca no resultaba del todo armonioso. Fue la única botella que no se bebió completamente.

 

Vale decir que en ninguno de los dos blanco se pudo encontrar alguna nota de tipicidad del chardonnay. Aunque quizás si sobresalga una nota en común con esos blancos cargados de madera por uno o dos años y oxidados por el tiempo en botella. Recuerdo casos como Don David torrontes 1990 (deg.2004) y Familia Bianchi 1997 (deg.2004) la madera pasa a ser algo meloso, pero plano y sin vigor.

 

Hasta ahí todo mas que bien, ya estábamos tomando y brindando con nuestras botellas de la segunda guerra y la emoción nos invadía todo el cuerpo.

 

 

 
Botella T1/3 00:00hs.

Botella clave, si esta estaba en estado, sabíamos que era la gloria, la noche pasaría a ser realmente inolvidable para los tres.

 

Y así fue.

 

Una de las botellas más raras del lote pues la encontramos como mencionábamos con el corcho a punto de caerse. O sea que si nos imaginamos el espacio que retrocedió para abajo quedo como una pequeña cámara de aire entre el corcho y la cápsula. Este espacio estaba cubierto de hongos y se podía oler claramente como dijo Ezequiel tierra mojada, muy pero muy fuerte. Costo trabajo y algo de tiempo pero salió, el problema fue que el extremo se hincho por no tener contención y hubo que cortarlo y decantar el vino sin mayores problemas. Nosotros ya teníamos ganas hasta de comernos el corcho.

 

En el momento de trasvasarlo observamos el color rojo cereza sí ROJO CEREZA CLARO, muy claro, brillante y luminoso. No puedo decir que tenía rasgos de evolución, realmente no me animo. El único indicio eran los posos presentes.

 

En su entrada en nariz se mostró limpio e interesante, como si hubiera estado siempre espléndido esperando lucirse en algún momento.

En boca fue el comentario de toda la noche. El famoso pinot noir estaba con sus taninos apenas domados y conservaba o inventaba algo de fruta, algo de cranberries.

Daba la impresión que el vino podía esperar 50 años más. Corton querido, jamás te olvidare.

 

Botella T2/3 00:30

Botella en muy bien estado con el corcho impecable, y de hecho fue la segunda extracción perfecta de la noche.

El vino repitió todos los atributos y características del anterior y además le sumo complejidad y potencia a cada gota. Fue como si lo perfecto se pudiera mejorar.

Ezequiel descubrió reminiscencia a menta y a hierbas.

 

Botella T3/3 01:00hs

La mejor en apariencia, una botella perfecta ni siquiera presentaba merma. Los comentarios inmediatos fueron “¿de dónde salió?”, “¿que es esto un 1999, un 2002?”, etc.

La impresión de color fue exactamente el mismo para las tres botellas de los tres presentes. Con un brillo mágico y absoluto. Casi fluorescente.

Ahora en nariz y sobre todo en boca este vino se mostraba más profundo, como más invasivo, más largo y todavía más complejo. Sobresalía una nota de almendra o avellana al partir la cáscara, en nariz y en boca. A estos vinos los recordaremos por la permanencia más importante, la que perdura en la mente.

 

A partir de ahí fue todo una fiesta. “Que estas tomando...que el 1...que el 3...que el 2...que volvemos al blanco 1943 o era 1942. etc.”

Ezequiel tuvo una buena idea como buen gastronómico que seguro es, y sugirió hacer un cóctel de borras con cada culo de botella que quedaban de los trasvasos.

Lo hicimos y lo servimos en tres copas para deleite de cada uno de nosotros. Fue el broche de oro ideal; era un extracto de pinot noir 42 homogéneo y cremoso. Algo hermoso.

 

 

Lo que siguió fueron escenas de gente que parecía fuera de sí pero para bien no para mal. Era todo muy extraño, no teníamos la sensación de estar borrachos sino como dije antes fue un viaje, un viaje con alguna droga extraña que nos hizo sentir estar en campo de batalla. En los viñedos, en las bodegas. A favor del enemigo del mundo o en contra de este, no importaba, lo importante eran los vinos, los sobrevivientes. En ese momento decidí agradecerle de alguna manera a Don Julio como para encontrar un responsable proveedor de tan grato momento vivido aquella noche. Me comprometí delante de los presentes a regalarle una antigua botella de brandy de Jerez Valdespino Gran Reserva  a modo de ofrenda.

 

Ya cerca del final. Mariano yacía en el piso de una habitación en estado de transe, susurrando extrañas palabras sueltas. Ezequiel y yo finalmente parecíamos amigos y los pájaros torturadores anunciaban un nuevo día; contrastando con la  eterna y gloriosa imagen de una mesa ahora repleta de enigmáticas botellas.

 

Como despedida realizamos una serie de brindis finales con el resto de las bebidas de los cuarenta como cierre homenaje a tan hermosa noche.

 

 

“Por Don Julio, por los grand cru de Borgoña y sus años excepcionales, por el verdadero Pinot Noir, por la liberación de viejas bebidas cerradas y escondidas perdiendo la vida en absoluto silencio y soledad. Y por sobre todo, brindo por la abundancia de todo esto.” 

 

 

 

Ezequiel

 

Mariano

 

Sebastián

 

Salud

 

 *Don Julio Bruno. (Vía telefónica) Lunes 22/11 14hs.

Don julio, que no leyó la historia pero recibió su ofrenda comento, con permanente dejo de arrepentimiento y algo de resignación:

 -que bueno, que estaba muy agradecido por la pequeña recompensa y que valoraba el final de su descubrimiento pues él es del 44 y se emociono a su manera con cada clavo que saco para abrir la caja y descubrir las botellas con sus esterillas individuales.

Sus compañeros de trabajo quedaron ofendidos y le dijeron que era un pelotudo en entregar esos vinos por dos mangos.

Yo digo: ¿Por qué carajo no le ofrecieron ellos un dinero x por esas viejas y supuestas intomables botellas?

Aquel viernes a ultima hora si yo no iba y apuraba el tramite ya no lo encontraba, por dos razones: ese mismo día venció el anuncio en internet y al otro día se fue de vacaciones por una semana hasta hoy Lunes 22/11 y por eso necesitaba 100 o 200 pesos. (El lote se pago finalmente solo 125 pesos…)

 

**Julio M.Bruno vive en San Telmo pero trabaja en vigilancia Alsina S.R.L. seguridad. Agencia de investigaciones Privadas Alsina SRL. Cita en el edificio de la esquina de Moreno y Tacuarí. La degustación se realizo en la esquina de Tacuarí y Moreno.

 

Aquí quiero citar una frase de Omar Al Kayyam, quien por el año 1100 dice:

“A pesar de que el vino desgarró el ropaje de mi reputación, no lo abandonaré mientras mi alma exista. Me asombran los vendedores de vino. ¿Qué pueden ellos comprar mejor que lo que venden?

 

 El siguiente texto ha sido extraído del libro “Un alfabeto para gourmets” de MFK Fisher1949.


         “Es curioso que a nadie le guste que lo tilden de glotón; y sin embargo todos llevamos dentro algo de gula, actual o potencial. No creo que exista un solo ser humano coherente incapaz de confesar, aunque sea para si mismo, que alguna vez se lleno hasta reventar casi por la mera razón de satisfacerse como una bestia. De hecho me compadezco de quien no se ha concedido esta experiencia sensual, cuando menos para averiguar cuales son los limites privados y el punto donde termina el sibaritismo y empieza la glotonería.”

 

         “Con lo que más me acerco a la gula es con el vino. A menudo, cuando tengo delante una botella verdaderamente buena, bebo todo lo que puedo aunque sepa que es más de lo que tolero. Eso se llama gula.

         Pero,  me digo, ¿cuándo volveré a sentir este sabor en la lengua? ¿Dónde en el mundo hay un vino como este? ¿Y cuando volveré a estar tan viva como ahora, en este lugar? Más, más  pienso: todo, hasta la última gota, porque una bebida así no me saciara  nunca.

         Pueden que estos pensamientos rescaten al acto de la gula; no según el diccionario, pero si en mi terminología intima del gusto. No lo sé.”

 

En su ultimo capitulo “La cena perfecta” Fisher relata lo que imagina como su reunión perfecta...

        

       “...primero martinis luego vermouth solo para vincularlos con el vino que seguirá. Este será un borgoña intenso y firme, muy pesado como para beberlo si no se celebra algo, en este caso un Paúl Masson Pinot Noir: tres botellas esperando en el fondo del aparador, de lo más elegantes en la pomposidad de su grueso vidrio verde... El vino fluye con alegría...las personas hablan, se mueven en los asientos y las pieles sienten un bienestar bruegheliano...”

        El vino mejora, especialmente hacia la tercera botella. Empiezan a parpadear las velas. Hay sobre todo, una especie de soltura que a estas alturas de mi vida, social o privada, me parece más valiosa que los rubíes; pues, ay, demasiadas veces las desdichas del mundo nos oprimen el corazón como tumores, atacan nuestra mesa como balones indetenibles, penden como espadas sobre nuestro lecho. Si en la alquimia de la hospitalidad puede lograrse una soltura como la que he mencionado, será para nuestro bien general y hay que desearla devotamente; nunca habrá, en mi opinión, resultado más feliz que esa comodidad”.

 

FIN

Por Sebastián Bossi

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