Conducido por Alejandro Matvejczuk
lunes, 22 de marzo de 2010
Los adolescentes de Buenos Aires reeditan una moda que se creía perdida en el siglo XIX: beber ajenjo o absenta en las reuniones previas a salir a bailar. Se trata de una bebida con alto contenido alcohólico (de hasta 89,9 por ciento) y con sabor muy parecido al licor de anís; un compuesto con un fondo amargo, de tintes complejos debido a la contribución de otras hierbas. El problema es que esa bebida se llegó a prohibir en París en 1915 ante la creencia de que provoca alucinaciones, y a partir de ahí también fue prohibida en muchos países, hasta que ahora reapareció en Argentina.
En diálogo con Derbordados, Sebastián Bossi, sommelier especializado en destilados, “algo hay de cierto en torno a lo que se dice de esta bebida: los efectos secundarios no son una simple leyenda. Tiene algunos componentes neurotóxicos. El ajenjo es una de las plantas más amargas. Si lo articulamos con el mundo de las bebidas, hay que decir que está vinculada al vino hipocrático, que fue una de las primeras bebidas alcohólicas. Se utilizaba para macerar el vino, debido a su sabor desagradable y duradero que facilita la conservación. El ajenjo se obtiene en Grecia y en las zonas cercanas al Mar Mediterráneo”.
Pero no todo es malo en el ajenjo. En sus orígenes, se utilizaba como algo medicinal, debido a sus propiedades curativas. En el siglo XVI nació el Bermunt, cuyo nombre es la traducción alemana de la palabra “ajenjo”. En todos los casos, hasta el momento, se trataba de vinos con hierbas. “Un doctor muy hábil patentó la receta en el año 1800 – continuó Bossi - , en ningún caso la bebida es 100% de ajenjo, sino que entre sus componentes figura el mismo. Se dice que es anisada, pero no tiene nada que ver con el anís, que es considerada una hierba sagrada por sus propiedades. Asimismo, el ajenjo necesita del anís porque su gusto es muy feo. Es una bebida clásica, excepcional y muy exitosa. En parte, esto se debe a la fácil elaboración de la misma y a que fue adoptada por el público de Francia e Inglaterra”.
A partir del año 1900, comenzaron a registrarse crímenes y excesos vinculados al ajenjo.”Hoy sabemos que el alcohol es malo, pero en esa época era el elixir de la vida. Cuanto más se desarrollaba la sociedad de consumo, más fácil era el acceso a la bebida y eso derivaba en estragos y desastres. Se comprobó su incidencia en un asesinato y, por dicho motivo, fue prohibido. Pero después se supo que el asesino también consumía otras bebidas. El ajenjo pagó un precio muy caro y fue regulado su consumo durante cien años. En el año 2000, la Unión Europea llegó a la conclusión de que, si bien tiene un elemento tóxico llamado tucona, el ajenjo no es tan malo. Se sabe que, filtrando la tucona, el absenta se puede consumir tranquilamente y no tiene más contraindicaciones que otras bebidas. Además, es un muy buen aperitivo. La graduación alcohólica del ajenjo es del 70 por ciento y es superior a cualquier otra bebida. Es muy irritante para consumir y manejar, debido a que tiene una combustión muy alta tambien es peligroso su manejo irresponsable en cuanto al manejo cerca del fuego. De ahí surge la tradición de diluirlo con agua fría y azúcar. No se tiene que mezclar con marihuana y otras hierbas, porque si no se realizan análisis previos, no se sabe qué se está consumiendo“, concluyó.
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