Si además de sufrir 15 años de crisis en las barras
argentinas, me refiero a crisis en productos y no en calidad y creatividad humana,
vamos o al menos voy a tener que sufrir este tipo de esnobismo extremo, creo
que tengo derecho al menos a criticar y poder desde mi lugar soñar con un mundo
de bebidas perfectas, alejadas de la mentira humana.
Está comprobado, no solo lo he comprobado yo mismo, gastando
miles de dólares en los 90 y pesos en los primeros años de este siglo comprando
todo tipo de remanente de botellas de bares y almacenes de capital y de la
provincia de Buenos Aires, productos nacionales e importados, descubriendo que
luego de 30 años, los destilados no solo se apagan en aromas, su boca se pone
ardiente y su final tiende siempre al sabor pesado de la vejes, indefectible
como lamentablemente acercándonos al sabor de todo lo muerto o podrido, como
las flores, el agua, las frutas, etc.
Eso no sería tan grave ya que sobre
gustos, si bien hay un montos de escritos... No podríamos discutirlo, pero por
otro lado, está demostrado científicamente, con análisis estadísticos muy
serios, tengo libros españoles que han estudiado este tema en las últimas décadas,
y las bebidas destiladas se deterioran de tal manera que los alcoholes buenos
se diluyen y los alcoholes malos, como el metanol, se reproducen, volviendo
toxica una bebida sana.
Insisto, es doloroso ver como en lugar de tratar de
conseguir bebidas de elaboración cuidada en lugares tradicionales, como son los
whiskies de Canadá, Estados Unidos, Irlanda o Escocia, donde siempre una
botella recién salida al mercado será mucho más saludable y disfrutable que una
con 10 años o más. He realizado decenas de catas en mis talleres con más de 50
whiskies al mismo tiempo o en tandas y siempre siempre los whiskies con más de
20 años por más premius que sean pierden su calidad, se vuelven pesados y poco
atractivos, con sabor a viejo, pero a viejo mal, no viejo bien como el sabor
que puede dar una guarda en madera bien cuidada.
Es mentira eso de que bebidas de otras épocas usaban madera
en su producción y por eso llegaron vivas y disfrutables al presente, es verdad
que usaban madera, pero luego, una vez embotelladas tenían sus años contados,
eso lo sabe todo el mundo que tenga un par de décadas en este tema, ya sea en
la producción como en el consumo.
Creo que esta gente que comunica irresponsablemente,
porque afecta a la cultura de un país, ni están en la producción técnica, son
solo cómplices de la etapa macabra del marketing vacío. Y tampoco están en la
parte de consumo, ya que jamás los vi tomar en serio, tomar con pasión, tomar haciéndole
el amor a la bebida, solo la ven como un instrumento que justifica su seudo profesión.
Esta opinión, la mía, espero no sea tomada como algo personal contra nadie, todos los involucrados
en esta nota publicada el sábado 13 de junio en el Diario La Nación, si bien no
son amigos míos, los conozco y me caen bien, tienen mirada de buenas personas
al menos, pero me enoja que metan el esnobismo
en un mundo, el de las bebidas, que nació sano, y desde hace un siglo por culpa
del comercio desmedido lo trataron de contaminar siempre.
Soy y seré un soldado
defensor de la noble cultura alcohólica, de la legitima, alejada del uso de cargas
emotivas, está ya está implícita, es parte de la marca original de los
creadores, no les demos tanta importancia a los actuales empresarios, ellos ya
no les importa la cultura, sino el dinero, lo demuestran año a año al tratar de
incrementar el consumo de cualquier manera, no de mantener la cultura.
Respecto al tano Calabrese, será buen profesional, con esa
trayectoria es muy posible que así sea, pero en esta no lo banco, lo puedo
entender, se habrá tentado por el show y alguna suma de dinero, el dinero
sabemos que es útil y el show lo llevo definitivamente a la fama mundial, ya no
solo continental, pero estoy seguro que una persona inteligente como el se habrá
dado cuenta que esas botellas eran intomables de manera individual o mixeadas.
Hizo magia el maestro, pero solo fue un show, no nos dejemos engañar.
Para terminar, hago referencia al Manhattan que con el que
el periodista termina la nota de la Nación, solo hago referencia, comentar algo
más sobre esa mezcla cuyo final habría sido más digno en un inodoro que la
barra de un buen bar, creo que no hace falta decir más nada.
Espero que todo cambie para mejor, que vuelvan de verdad las
bebidas del mundo, que si se produce poco en el país, que se haga de la mejor
manera, que se rescate la cultura solo si es posible, que no se traiga “tirada
de los pelos”, que si no se pueden costear tragos premius por problemas
inflacionarios y de poder de consumo actual, mejor volvamos a tragos simples y
baratos, no caigamos jamás en el esnobismo, este no se lleva bien con el alcohol,
hace que este de la peor resaca, la que va junto a la irresponsabilidad y la
culpa.
¡Salud! Un futuro mejor es posible.
Por Sebastián Bossi
La
coctelería vintage y un viaje en el tiempo
La
tendencia implica recrear recetas antiguas y utilizar bebidas originales de
aquella época
·
LA NACION
·
13 Jun 2015
·
Rodolfo Reich
Salvatore
Calabrese, el bartender más reconocido de Italia, elaboró un Negroni único
De impecable traje azul, corbata al tono y pañuelo
blanco que asoma del bolsillo, Salvatore Calabrese preparó hace una semana el
“Negroni más viejo del mundo”. Calabrese es el bartender más reconocido de
Italia, parte de una elite mundial que desde hace más de dos décadas trabaja
por devolver su brillo a las barras del mundo. Para este trago clásico de la
historia, utilizó un Campari de 1920, un Cinzano de la misma fecha y un gin
británico de 1908. “Son trescientos años a la espera en estas botellas”,
explicó, al descorchar con delicadeza el vermouth. Una onza del bitter rojo,
una del vermouth, una más del gin, todo refrescado en un vaso de composición
cristalino con dos grandes rocas de hielo y colado luego en pequeños vasos
antiguos, con una rodaja de naranja fresca. “La historia le suma al cóctel
–dice Calabrese–. Estamos recreando una receta con los ingredientes que se
usaron originalmente, es el mismo líquido que probó el propio conde Negroni.”
Con este cóctel, elaborado para festejar la semana
mundial del Negroni, Salvatore Calabrese puso el foco en una de las grandes
tendencias que asoman en prestigiosas barras del mundo: la coctelería vintage,
ya no sólo entendida como la recreación de recetas antiguas, sino además
utilizando bebidas únicas, de colección. En el bar rivoli, del hotel ritz de
Londres, presentaron su Vintage Cocktail Collection, siete tragos clásicos –El
Presidente, rob roy y Sazerac, entre otros– preparados con botellas de su
propia cava, que cotizan entre 90 y 250 libras cada uno. En Lebenstern, Berlín,
exhiben con orgullo una colección de espirituosas de todas las épocas,
incluyendo 800 tipos de ron distintos. Y en Nueva York, el Experimental
Cocktail Club prepara un Stinger, con cognac de los años 50 y Crème de Menthe
de los 40. Pero sin dudas es en el Playboy Club London donde esta tendencia
encuentra su máxima expresión, con una carta diseñada por el propio Calabrese
donde ofrecen desde un delicioso White Lady (gin Gordon’s y Cointreau, ambos de
los años 30, a 350 libras el cóctel) hasta un Sazerac elaborado con el cognac
original (Sazerac de Forge et fils) de 1805. El precio: 4000 libras el trago.
Un viaje en el tiempo
“La idea de utilizar botellas antiguas se relaciona
con una búsqueda que la coctelería viene haciendo desde hace ya 20 años,
recuperando primero recetas antiguas, punches y cobblers muy anteriores incluso
a la ley seca de los Estados Unidos”, explica el periodista especializado y
autor de Cócteles en el camino, Martín auzmendi. “Es una investigación que se
puede hacer –y se está haciendo– también en la argentina. En un bar de Trelew,
encontré unas botellas de aperital muy viejas, una bebida que hoy no existe. En
ese bar ofrecían el De María, un cóctel clásico argentino. Hoy algunos
bartenders apasionados lo reversionan usando el Pineral. Pero ahí, en un lugar
impensado en Trelew, pude probar el De María verdadero, con las bebidas que le
dieron su fama original. Es un viaje en el tiempo único”, afirma.
En su blog Consumos del ayer
(www.consumosdelayer.blogspot.com.ar), Gustavo Choren recorre la historia sobre
la base de lo que se bebió, comió y fumó en los últimos dos siglos en la
argentina. Como parte de esta investigación, organiza grupos de cata de bebidas
antiguas, en casas particulares o en restaurantes como El Casal de Catalunya,
donde probaron un Cinzano rosso y un Martini Bianco de los años 50, prepararon
Gin&Tonics con botellas de Hiram Walker y royal Ludgat de los años 60, y
degustaron el jerez mendocino Espiño, de fines de la década de 1960. “En la
argentina había una industria de bebidas muy noble y variada, en especial
vermouths, bitters, amaros, vinos quinados y brebajes análogos. La diversidad
era inabarcable, con cientos de marcas distintas. Hace 70 años la industria de
la bebida era muy noble, lo que se elaboraba descansaba en cubas de roble, y
esto dio como resultado botellas que evolucionan muy bien en el tiempo. al
probarlas, uno revive una historia y costumbres argentinas, la del vermouth, el
domingo, el bar, los muchachos. algo que hoy, con características propias y
distintas, está volviendo, gracias al auge de los aperitivos y la coctelería”,
afirma.
La pasión y cierta nostalgia por los tiempos
pasados atraviesan la industria de bebidas mundial. En los Estados Unidos se
vive un auge del rye whiskey (elaborado a base de centeno en lugar del hoy
predominante maíz), tal como se destilaba hace más de cien años. En Inglaterra
reapareció el dulce Old Tom Gin, que un siglo atrás supo ser habitual, mientras
que licores de larga trayectoria, como el Chartreuse o el Drambuie, vuelven a
ser protagonistas. En la argentina, el Grupo Cepas recuperó la receta original
de Gancia red Bitter, muy popular en los años 50, con una reversión que le
agrega un toque de ajenjo. Y antiguas marcas locales, como Hesperidina o amargo
Obrero, renovaron etiquetas y botellas, mientras que Fernet Branca festeja sus
170 años de vida con una edición especial en la góndola con una etiqueta de
evidentes tonos vintage.
“Es sano mirar el pasado para desde allí construir
un presente. Encontrar una botella antigua abre el juego de infinitas maneras.
Permite pensar qué y cómo se bebía antes, así como conocer marcas y productos
que hoy no existen más. Estas botellas se encuentran muchas veces en casas
particulares, en pulperías de campo, en depósitos viejos. Si uno encuentra una
botella vieja en su hogar, una buena idea es recorrer el sitio
elbarmanclasicoargentino.blogspot.com, donde el bartender ariel Lombán hace una
enorme tarea posteando viejas publicidades de bebidas, de diarios antiguos y
revistas como Caras y Caretas. Comparar etiquetas es la mejor manera de fechar
una botella”, afirma auzmendi.
Si bien ningún bar ofrece hoy a nivel local una
carta especializada en cócteles elaborados con bebidas antiguas, sí hay muchas
barras que hacen honor a las recetas clásicas de la historia, entre ellos Verne
Club, el Plaza Bar o The Harrison, el speakeasy de Palermo. Pero la posibilidad
cierta de probar un cóctel 100% vintage se dará este mismo domingo, en los
festejos por el aniversario de 878 (Thames 878), el emblemático bar de Villa
Crespo, cuando Julián Díaz, su fundador, pase tras la barra para preparar un
Manhattan muy especial. “Un cliente nos regaló una botella de un whisky
canadiense de 1967, elaborado a base de centeno, junto con un Cinzano de hace
unos 30 años y un muy viejo Bitter angostura nacional, de la marca Tres Plumas.
Este domingo 878 cumple once años. Nos sentimos parte de una historia de la
coctelería argentina que tiene más de un siglo de vida. Qué mejor manera de
festejarlo que con un Manhattan clásico y único, que resuma todo esto en una
copa”, concluye.
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